miércoles, 13 de junio de 2012

FIDEL CASTRO, EL ÚNICO...





NO SE PUEDE COMPARAR A FIDEL CASTRO CON NINGÚN “SOCIALISTA DEL SIGLO XXI”,… ORDENÓ AL FUSILAMIENTO DE SUS MEJORES COLABORADORES MILITARES, INCLUSIVE EL DE SU GRAN AMIGO, ARNALDO OCHOA, POR HABER “TRAICIONADO LA REVOLUCIÓN” AL INVOLUCRARSE EN EL NARCOTRÁFICO.

El Consejo de Estado cubano, que preside Fidel Castro, será la instancia política legalmente facultada para conmutar o confirmar las cuatro sentencias de muerte dictadas ayer por un tribunal militar contra cuatro de los principales miembros de las fuerzas armadas y del Ministerio del Interior acusados de trasegar por Cuba seis toneladas de cocaína del cártel de Medellín. El fiscal del juicio sumarísimo, Juan Escalona, general y ministro de Justicia, pidió siete penas capitales.
El general Arnaldo Ochoa, el coronel Antonio la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Valdés, expulsados deshonrosamente del Ejército y despojados de sus condecoraciones, caminan hacia el paredón de fusilamiento. La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo se reunió ayer para conocer sobre el recurso de apelación que, de oficio, se interpone contra la sentencia del tribunal militar especial de la causa número 1 de 1989, aunque no es previsible una modificación del veredicto. El fallo del tribunal castrense establece la pena máxima para quien fuera héroe de la República, general Arnaldo Ochoa Sánchez, y su ayudante de campo, capitán Jorge Martínez Valdés, emisario del jefe militar en el encuentro con el narcotraficante colombiano Pablo Escobar. Antonio la Guardia Font, coronel del clandestino departamento MC del Ministerio del Interior, y el mayor Amado Padrón, ejecutor de las 19 operaciones de narcotráfico efectuadas entre 1987 y 1989, cuatro fracasadas, acompañan a Ochoa y Martínez en la celda de la muerte. El tribunal desestimó la pena capital pedida por el fiscal contra Antonio Sánchez Lago y Eduardo Díaz, oficiales de Interior, que han sido condenados a 30 años.
El general Patricio de la Guardia, que fue jefe del Estado Mayor del ministerio, y responsable de este departamento en la guerra de Angola, fue sentenciado a otros 30 años por complicidad con el grupo que acordó los negocios con Pablo Escobar, aunque no participó en su ejecución. Los militares del tribunal aumentaron la condena en un solo caso: el del capitán Miguel No, para quien el fiscal pidió 25 años. El veredicto aumentó en cinco años la sanción a este oficial, cuya declaración en la vista oral fue interrumpida por un ataque de nervios que obligó a su retirada del estrado por dos médicos castrenses. La capitana Rosa María Abierno y el oficial Alexis Lago Arocha deberán cumplir igual período de reclusión.
Luis Pineda Bermúdez, Gabriel Prendes  y Leonel  Estévez Soto, miembros todos del departamento creado por el Gobierno para burlar el bloqueo comercial de Estados Unidos a Cuba, y subordinados del mayor Amado Padrón, fueron sentenciados a 25 años de prisión. El coronel Antonio Rodríguez Estupiñán, ayudante de campo de Ochoa, recibió la condena más leve: 10 años de cárcel.
El fiscal Escalona, cuyos argumentos contra los cuatro principales condenados ha aceptado la sentencia militar, atribuyó a éstos un delito de alta traición, y lesiones graves al "prestigio de la Revolución y su credibilidad internacional". El general Ochoa, quien anunció que su último pensamiento ante el pelotón de fusilamiento sería para Fidel Castro, fue presentado ante la opinión pública como reo de un "enorme crimen" al haber comisionado al capitán Martínez para entrevistarse con Pablo Escobar.
¿Qué hubiera significado -se preguntó el fiscal- que el ayudante de Ochoa, uno de los más prestigiosos y relevantes jefes militares cubanos, jefe en esos instantes de la misión militar cubana en Angola, hubiera caído en manos del enemigo? ¿Cómo hubiéramos entonces desmentido y probado la inocencia de la Revolución? ¿Con qué argumentos, con cuáles pruebas?
Antonio de la Guardia fue considerado por el tribunal militar como el principal responsable de haber involucrado a Cuba en el narcotráfico, amparándose en la confianza y poderes depositados en él por el mando para dirigir un departamento cuya misión fue trasladar a Cuba equipos de alta tecnología, información científico-técnica, medicinas o cualquier equipo que se estimase valioso para el país. "Tony la Guardia aprovechó sus conocimientos, su preparación para realizar actividades especiales, para realizar sus fechorías. Difícilmente hayan contado los narcotraficantes con semejantes ventajas y con semejantes recursos".

Los cuatro militares que traicionaron la revolución de Fidel Castro fueron ejecutados ayer, al amanecer de una mañana radiante, en algún lugar de La Habana. Cuando la emisora Radio Rebelde transmitió, poco antes de las nueve de la mañana (media tarde en España), las primeras noticias sobre el cumplimiento de la sentencia contra los condenados (entre ellos, el multicondecorado general Arnaldo Ochoa) por narcotráfico y otros delitos contra el Estado, la ciudad apenas se desperezaba de una noche larga y calurosa.
El diario oficial Gramma, que, como era obligado, incluyó en su primera página las cuatro líneas en que informaba de la ejecución de la sentencia, salió ayer con retraso, por lo que fueron las emisoras las que hicieron enmudecer a la gente. Todo el mundo esperaba la noticia, pero hasta ese momento no comprendieron que los cuatros rostros que les habían robado el sueño después de largas sesiones del juicio televisado habían dejado de existir. El general Arnaldo Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez murieron por fusilamiento en un recinto militar, a cargo de una unidad de las fuerzas armadas revolucionarias. El oficial al mando del pelotón procedió después a disparar el tiro de gracia. La información oficial distribuida no precisa la hora exacta ni otras circunstancias del suceso. Y, por supuesto, no se sabe si el último pensamiento de Ochoa ante el paredón fue para Fidel, como él mismo había prometido durante su intervención en el tribunal de honor.